VidaPlena

jueves, 20 de febrero de 2014

PARA AQUELLOS QUE DESEEN CAMBIAR

Hasta ahora en mis post anteriores he venido  hablando de la influencia de pensamiento en  la salud, en nuestra relación con el mundo externo e interno, de cómo debiéramos jugar este juego que es la vida.

Hoy quiero hablarte de un tema que es crucial para poder lograr cambios en nuestra vida.

Porque lo hemos tratado en algunos de mis post anteriores el centro de este post pasa por la conciencia de aquel que comienza a transitar ese cambio que anhela.

Somos conciencia, y en tanto nos demos cuenta de eso lo que tomamos como conocimiento y acordamos es lo que nos creará la realidad en que estaremos inmersos.



Como cambiamos la conciencia?

Tengo para mi que la conciencia la cambio conectandome  con mi interior y desde esa conexión me comunico con mi espíritu, . Y es precisamente en esa conexión donde se alcanza la comunicación silenciosa y amorosa con el resto de los seres del entorno, la naturaleza y el Universo, no como un caos sino como una armonía de inigualable belleza.

En esa experiencia de la conexión interiror hay grandes pensadores que quizás no hayas oído hablar de ellos y que han enseñado sobre este tema tan importante, uno de ellos es el Maestro Dogen. 

Su enorme aportación filosófica, hace que Dogen sea considerado, aún hoy día, como uno de los más grandes pensadores de Japón.

Quizás te estés preguntando quien fue, por lo que voy a contarte brevemente su historia.
Dogen nació en el 1200, en Uji, cerca de Kyoto. Su padre Michichika pertencía al clan de los Minamoto y era descendiente del emperdador Murakami (947-967). En esta época Japón atraviesa un período de problemas, el país está sumido desde hace poco a un doble poder, el del emperador y de su corte instalada en Kioto, y el los de los shoguns, una suerte de general supremo que posee el poder militar, establecido en Kamamura. En esta sociedad feudal las grandes familias luchan por el poder. Las más ilustres son los Fujiwara y  los Minamoto. Su madre era la hija de Fujiwara Motofusa, otra personalidad importante de la corte imperial.
Dogen vive entonces en el seno de una familia aristocrática, influyente y de buena posición. Pero su padre muere cuando él tiene dos años y su madre muere también, a sus ocho años. El joven Dogen recibió la educación apropiada acorde a su status, en un mundo de pena e impermanecia. Justo antes de morir, su madre le recomienda volverse monje para así poder ayudar a la salvación de todos los seres.[1]
Comenzó a estudiar budismo en la secta Tendai, en el monte Hiei. Insatisfecho con los resultados, Dogen comenzó a estudiar la doctrina Rinzai[2] con Eisai, fundador de esta escuela en Japón. Como los resultados tampoco eran los esperados, se marchó a China en el año 1223. Allí continuo estudiando la doctrina Rinzai con varios maestros chinos de esta escuela, sin embargo, sintiendo que la auténtica doctrina de Buda y Bodhidharma se había perdido, abandonó su búsqueda y decidió regresar a su país.

En ese momento existían cinco sectas Zen diferentes: Soto, Ummon, Honen, Obaku y Rinzai por lo que la enseñanza estaba muy diluida e incluso presentaban contradicciones en los métodos de enseñanza entre una secta y otra.

Cuando Dogen estaba a punto de marcharse, tuvo un encuentro con Nyojo Tendo, un maestro de la secta Soto junto al que permaneció tres años.

El 1227, poco antes de morir, Nyojo concedió el Shiho[3] a Dogen, reconociendo así su iluminación.

Dogen volvió a Japón ese mismo año con una única enseñanza, el Shikantaza, es decir, la posición sentada en concentración.

Sin koans, ni haikus, ni kensho, sin nada, únicamente sentado en la posición adecuada y con la máxima atención, Moshotoku (sin objetivo ni beneficio alguno), Dogen abandonó su cuerpo físico (falleció) durante la noche del 28 de agosto de 1253 a la edad de 53 años mientras contemplaba la luna.

Para Dogen no hay diferencia esencial entre monjes y laicos, entre lo Profano y lo Sagrado, entre los seres animados y los inanimados, entre la Iluminación y la Ilusión, entre Samsara y Nirvana, entre el individuo y el mundo, entre Buda y sus fieles, entre los sutras y los objetos de la vida cotidiana, entre ritual y sentimiento - así como no existe diferencia entre el Ser y el tiempo ya que, en este universo impermanente, ser es devenir.

Al deshacer la barrera entre lo Mundano y lo Sagrado, Dogen sacralizó la vida profana o la vida común transformando las acciones banales (cocinar, comer, tomar té, asearse, limpiar) en oportunidades únicas y trascendentales de realización reiterada y continua del Dharma, en instantes de reafirmación del Satori. Dogen fue el primero en vislumbrar y en explicar claramente que no existe un minuto de la existencia que no sea una expresión viva de la realidad de la Iluminación intrínseca de todos los seres.

Dogen expuso la llama viva y fundamental del Budismo, encendida entre las cenizas de las tradiciones y rituales que la ocultaban: las discriminaciones, que la mente racional impone a nuestra visión del mundo, nos impiden ver la realidad.

De este modo, las palabras de Dogen se presentan al estudioso como una experiencia renovada de lectura: nada de lo que él escribe es tan sólo lo que aparenta ser, aún cuando escribe al respecto de cosas que consideramos como triviales o sin importancia.

Para Dogen, todos los hombres están intrínsecamente dotados de la Naturaleza Búdica y de la Iluminación; y su única misión debe ser descubrir por sí mismos este hecho. Y para ello son fundamentales los principios de la ética Budista y la meditación. Para Dogen, ética, conocimiento y meditación son una sola cosa, los componentes de la práctica budista. Ninguno de esos elementos tiene sentido sin los demás.

Dogen fue un escritor sofisticado y un pensador original no siempre fácil de comprender. Así como eliminó la separación entre lo Sagrado y lo Profano, para él las palabras (o símbolos) constituyen también objetos y conceptos, instrumentos útiles en la obra de transformar el entendimiento del lector y aproximarlo al Dharma. Su estilo es denso, muy difícil de traducir, pues utiliza peculiaridades de la lengua y de la escritura de su tiempo para desplegar razonamientos a veces inesperados.

Ahora que tienes conocimiento de quien fue el Maestro Dogen pasaré a transcribirte algunos de los principios de su enseñanza.

 Uno de los principios más importantes del Maestro Dogen es que no hace falta ni desear adquirir, ni dar con idea de recibir.

El principio esencial al que llama Mushotoku es el arte de sentarse sin meta (postura de Budha).

Cuando un hombre actúa o da algo, quiere recibir algo a cambio,  pero el zen es la filosofía de la gratuidad.

En zazén, el discípulo debe intentar obtener "lo más elevado de sí mismo" con un perfecto desinterés.

Si existe el deseo de obtener un resultado, éste no se obtiene. Lo puro se vuelve impuro.

Así, en toda obra de arte, en toda creación, el artista debe darse por entero, sin ocuparse de alcanzar fama, belleza o dinero, y sin sacrificar nada a la moda. Debe expresarse de la mejor manera que pueda y sin hacer compromisos. Entonces la obra podrá ser bella, pura y humana.

Lo mismo sucede con la búsqueda de la sabiduría. El discípulo no debe desear la sabiduría ni la felicidad. Pero obtendrá la sabiduría si día tras día, se esfuerza por conocerse, por ir más allá de sus límites, por darse a sí mismo sin esperar ningún provecho personal. Si alcanza la gratuidad de sus actos, la dicha vendrá por añadidura.

Todo apego, sea cual sea su naturaleza, aliena la libertad humana.

Romper las ataduras, los hábitos, amar sin apego, actuar sin fines personales.
Mantener las manos abiertas, dar, abandonar todo sin miedo de perder, no buscar nunca la posesión, tal debe ser la conducta del que hace zen.
La verdad reside en la sencillez.

·         El mundo de la experiencia reside en nuestro espíritu.

·         La paz y el desapego serán las pruebas de la eficacia de nuestra búsqueda.

·         Nuestra vida no es ni pequeña ni estrecha, ni limitada, ni solitaria.

·         Nuestro cuerpo y el universo son uno.

·         Nuestro ego y el universo son uno.

En estas dos ultimas expresiones el Maestro Dogen nos esta indicando que cualquier cosa que experimentemos dentro nuestro (cuerpo o ego) esta unido al universo, es uno con el y darnos cuenta de esto amplia nuestra conciencia a la percepcion del juego sutil de nuestra existencia. 

·         Permaneced vigilantes, siempre dispuestos en cualquier momento, agudizad vuestra atención como la espada más cortante.

·        Solamente entonces estaréis en la Vía. 

·         No existe separación entre cuerpo, alma y el mundo. Son como el aire mezclado con aire, o como el agua mezclada con agua.

·         "Forma es Vacío y Vacío es Forma". Pero si usted se apega a tal afirmación, estará sujeto a enredarse en ideas dualistas: por una parte está usted, forma; y por otra parte, el vacío que usted está intentando percibir a través de su propia forma. Entonces, "forma es vacío y vacío es forma" sigue siendo dualismo. Felizmente nuestra enseñanza prosigue afirmando: "Forma es forma y vacío es vacío". Aquí no hay dualismo.

·        Es a través de las acciones cotidianas de nuestro cuerpo y de nuestra mente que nos volvemos iluminados de modo directo. Eso es conocido como la Realización del Camino.



[1]Fuentes: http://www.zen-deshimaru.com/es/zen/biografia-del-maestro-zen-eihei-dogen-1200-1253#sthash.tmKgkx15.dpuf 

 [2] La doctrina Rinzai es una  Escuela de budismo Zen que propone para conseguir el  Satori (iluminación) los ejercicios Koan (enseñanzas en forma de acertijos)

[3] El Shiho es la transmisión del Dharma - palabra en sánscrito que quiere decir “proteger” o “guardar”, es generalmente usada para señalar las enseñanzas del Buda y el camino acertado para llegar a la iluminación-.

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