Hasta
ahora en mis post anteriores he venido hablando de la influencia
de pensamiento en la salud, en nuestra relación con el mundo
externo e interno, de cómo debiéramos jugar este juego que es la vida.
Hoy
quiero hablarte de un tema que es crucial para poder lograr cambios en
nuestra vida.
Porque lo hemos tratado en algunos de mis post anteriores el centro
de este post pasa por la conciencia de aquel que comienza a transitar ese
cambio que anhela.
Somos conciencia, y en tanto nos demos cuenta de eso lo que tomamos como conocimiento y acordamos es lo que nos creará la realidad en que estaremos inmersos.
Como cambiamos la conciencia?
Tengo para mi que la conciencia la cambio conectandome con mi interior
y desde esa conexión me comunico con mi espíritu, . Y es precisamente en esa conexión
donde se alcanza la comunicación silenciosa y amorosa con el resto de los seres
del entorno, la naturaleza y el Universo, no como un caos sino como una armonía
de inigualable belleza.
En esa experiencia de la conexión interiror hay grandes
pensadores que quizás no hayas oído hablar de ellos y que han enseñado sobre
este tema tan importante, uno de ellos es el Maestro Dogen.
Su enorme aportación filosófica, hace que Dogen sea considerado, aún hoy
día, como uno de los más grandes pensadores de Japón.
Quizás te estés
preguntando quien fue, por lo que voy a contarte brevemente su historia.
Dogen nació en el 1200, en Uji,
cerca de Kyoto. Su padre Michichika pertencía al clan de los Minamoto y era
descendiente del emperdador Murakami (947-967). En esta época Japón atraviesa
un período de problemas, el país está sumido desde hace poco a un doble
poder, el del emperador y de su corte instalada en Kioto, y el los de los
shoguns, una suerte de general supremo que posee el poder militar,
establecido en Kamamura. En esta sociedad feudal las grandes familias luchan
por el poder. Las más ilustres son los Fujiwara y los Minamoto. Su
madre era la hija de Fujiwara Motofusa, otra personalidad importante de la
corte imperial.
Dogen vive entonces
en el seno de una familia aristocrática, influyente y de buena posición. Pero
su padre muere cuando él tiene dos años y su madre muere también, a sus ocho
años. El joven Dogen recibió la educación apropiada acorde a su status, en un
mundo de pena e impermanecia. Justo antes de morir, su madre le recomienda volverse
monje para así poder ayudar a la salvación de todos los seres.[1]
Comenzó a estudiar
budismo en la secta Tendai, en el monte Hiei. Insatisfecho con los
resultados, Dogen comenzó a estudiar la doctrina Rinzai[2] con
Eisai, fundador de esta escuela en Japón. Como los resultados tampoco eran
los esperados, se marchó a China en el año 1223. Allí continuo estudiando la
doctrina Rinzai con varios maestros chinos de esta escuela, sin embargo,
sintiendo que la auténtica doctrina de Buda y Bodhidharma se había perdido,
abandonó su búsqueda y decidió regresar a su país.
En ese momento
existían cinco sectas Zen diferentes: Soto, Ummon, Honen, Obaku y Rinzai por
lo que la enseñanza estaba muy diluida e incluso presentaban contradicciones
en los métodos de enseñanza entre una secta y otra.
Cuando Dogen estaba
a punto de marcharse, tuvo un encuentro con Nyojo Tendo, un maestro de la
secta Soto junto al que permaneció tres años.
El 1227, poco antes
de morir, Nyojo concedió el Shiho[3] a
Dogen, reconociendo así su iluminación.
Dogen volvió a Japón
ese mismo año con una única enseñanza, el Shikantaza, es decir,
la posición sentada en concentración.
Sin koans, ni haikus,
ni kensho, sin nada, únicamente sentado en la posición adecuada y con la
máxima atención, Moshotoku (sin objetivo ni beneficio alguno),
Dogen abandonó su cuerpo físico (falleció) durante la noche del 28 de agosto
de 1253 a la edad de 53 años mientras contemplaba la luna.
Para Dogen no hay
diferencia esencial entre monjes y laicos, entre lo Profano y lo Sagrado,
entre los seres animados y los inanimados, entre la Iluminación y la Ilusión,
entre Samsara y Nirvana, entre el individuo y el mundo, entre Buda y sus
fieles, entre los sutras y los objetos de la vida cotidiana, entre ritual y
sentimiento - así como no existe diferencia entre el Ser y el tiempo ya que,
en este universo impermanente, ser es devenir.
Al deshacer la barrera entre lo Mundano y lo Sagrado, Dogen sacralizó la
vida profana o la vida común transformando las acciones banales (cocinar, comer, tomar té, asearse,
limpiar) en oportunidades únicas y trascendentales de realización reiterada y
continua del Dharma, en instantes de reafirmación del Satori. Dogen fue el
primero en vislumbrar y en explicar claramente que no existe un minuto de la
existencia que no sea una expresión viva de la realidad de la Iluminación
intrínseca de todos los seres.
Dogen expuso la llama viva y fundamental del Budismo, encendida entre las
cenizas de las tradiciones y rituales que la ocultaban: las discriminaciones,
que la mente racional impone a nuestra visión del mundo, nos impiden ver la
realidad.
De este modo, las palabras de Dogen se presentan al estudioso como una
experiencia renovada de lectura: nada de lo que él escribe es tan sólo lo que
aparenta ser, aún cuando escribe al respecto de cosas que consideramos como
triviales o sin importancia.
Para Dogen, todos los hombres están intrínsecamente dotados de la
Naturaleza Búdica y de la Iluminación; y su única misión debe ser descubrir
por sí mismos este hecho. Y para ello son fundamentales los principios de la
ética Budista y la meditación. Para Dogen, ética, conocimiento y meditación
son una sola cosa, los componentes de la práctica budista. Ninguno de esos
elementos tiene sentido sin los demás.
Dogen fue un escritor sofisticado y un pensador original no siempre fácil
de comprender. Así como eliminó la separación entre lo Sagrado y lo Profano,
para él las palabras (o símbolos) constituyen también objetos y conceptos,
instrumentos útiles en la obra de transformar el entendimiento del lector y
aproximarlo al Dharma. Su estilo es denso, muy difícil de traducir, pues
utiliza peculiaridades de la lengua y de la escritura de su tiempo para
desplegar razonamientos a veces inesperados.
Ahora
que tienes conocimiento de quien fue el Maestro Dogen pasaré a
transcribirte algunos de los principios de su enseñanza.
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Uno
de los principios más importantes del Maestro Dogen es que no hace falta ni
desear adquirir, ni dar con idea de recibir.
El
principio esencial al que llama Mushotoku es el arte de sentarse sin meta
(postura de Budha).
Cuando un
hombre actúa o da algo, quiere recibir algo a cambio, pero el zen es la
filosofía de la gratuidad.
En zazén,
el discípulo debe intentar obtener "lo más elevado de sí mismo" con
un perfecto desinterés.
Si existe
el deseo de obtener un resultado, éste no se obtiene. Lo puro se vuelve
impuro.
Así, en
toda obra de arte, en toda creación, el artista debe darse por entero, sin
ocuparse de alcanzar fama, belleza o dinero, y sin sacrificar nada a la moda.
Debe expresarse de la mejor manera que pueda y sin hacer compromisos. Entonces
la obra podrá ser bella, pura y humana.
Lo mismo
sucede con la búsqueda de la sabiduría. El discípulo no debe desear la
sabiduría ni la felicidad. Pero obtendrá la sabiduría si día tras día, se
esfuerza por conocerse, por ir más allá de sus límites, por darse a sí mismo
sin esperar ningún provecho personal. Si alcanza la gratuidad de sus actos,
la dicha vendrá por añadidura.
Todo
apego, sea cual sea su naturaleza, aliena la libertad humana.
Romper las ataduras, los hábitos, amar sin apego,
actuar sin fines personales.
Mantener las manos abiertas, dar, abandonar todo sin
miedo de perder, no buscar nunca la posesión, tal debe ser la conducta del
que hace zen.
La verdad reside en la sencillez.
·
El
mundo de la experiencia reside en nuestro espíritu.
·
La
paz y el desapego serán las pruebas de la eficacia de nuestra búsqueda.
·
Nuestra
vida no es ni pequeña ni estrecha, ni limitada, ni solitaria.
·
Nuestro
cuerpo y el universo son uno.
·
Nuestro
ego y el universo son uno.
En estas dos ultimas expresiones el Maestro Dogen nos esta indicando que cualquier cosa que experimentemos dentro nuestro (cuerpo o ego) esta unido al universo, es uno con el y darnos cuenta de esto amplia nuestra conciencia a la percepcion del juego sutil de nuestra existencia.
·
Permaneced
vigilantes, siempre dispuestos en cualquier momento, agudizad vuestra
atención como la espada más cortante.
·
Solamente entonces
estaréis en la Vía.
·
No existe separación
entre cuerpo, alma y el mundo. Son como el aire mezclado con aire, o como el
agua mezclada con agua.
·
"Forma
es Vacío y Vacío es Forma". Pero si usted se apega a tal afirmación,
estará sujeto a enredarse en ideas dualistas: por una parte está usted,
forma; y por otra parte, el vacío que usted está intentando percibir a través
de su propia forma. Entonces, "forma es vacío y vacío es forma"
sigue siendo dualismo. Felizmente nuestra enseñanza prosigue afirmando:
"Forma es forma y vacío es vacío". Aquí no hay dualismo.
·
Es a través de las
acciones cotidianas de nuestro cuerpo y de nuestra mente que nos volvemos
iluminados de modo directo. Eso es conocido como la Realización del Camino.
|
[1]Fuentes: http://www.zen-deshimaru.com/es/zen/biografia-del-maestro-zen-eihei-dogen-1200-1253#sthash.tmKgkx15.dpuf
[2] La doctrina Rinzai es una Escuela de budismo Zen que propone para conseguir el Satori (iluminación) los ejercicios Koan (enseñanzas en forma de acertijos)
[2] La doctrina Rinzai es una Escuela de budismo Zen que propone para conseguir el Satori (iluminación) los ejercicios Koan (enseñanzas en forma de acertijos)
[3] El Shiho es la transmisión del Dharma - palabra en sánscrito que quiere decir “proteger” o “guardar”, es generalmente usada para señalar las enseñanzas del Buda y el camino acertado para llegar a la iluminación-.
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